PAPÁ en mayúsculas
La celebración es una acción que siempre hace resonancia en la necesidad de reconocer nuestras expresiones sentimentales. Quizás en nuestra desconexión actual, en la que poco intentamos ver las revelaciones profundas del alma estás fechas sean solo un acercamiento más de complacencia cultural, que de convocatoria a un verdadero agradecimiento de lo que festejamos.
Junio, como lo anuncian la mayorías de las campañas publicitarias, es el mes de Papá. Tendremos lo clásicos regalos, los almuerzos domingueros y los recuerdos que siempre acompañan a lo hijos de los padres que se marcharon antes. Pero habrá un gran número de hijos que no tendrá nada que festejar este día, y me atrevo a decir que será la mayoría; sí, una mayoría silente que por supuesto preferimos no anunciar porque nos pondría en contacto con una realidad muy densa, que diagnostica con exactitud la gran pandemia de la generación actual y del mundo sin estructura que estamos viviendo. La razón fundamental: la falta de Padre.
No quiero debatir en estas líneas responsabilidades y señalamientos morales, sería un tema que involucraría fenómenos culturales válidos pero que no tendrían sentido para hallar caminos correctivos. Nuestro varón actual y en consecuencia el padre, es un ser disminuido, un hombre en minúscula, devorado y castrado emocionalmente.
Hoy, en este collage sociocultural que estamos viviendo, vemos roles completamente desajustados, miles de señalamientos en contra de la paternidad irresponsable, que apuntan más a un castigo que a un necesario rescate que conlleve a la posibilidad de reeducar al padre. La sociedad, la series televisas, la campañas institucionales, apuestan más a señalar la ausencia del padre, que al rescate de su valor.
Estamos conscientes de que existe esa realidad propia de nuestra cultura, pero seguir apostando a convertir al padre en un ser de nulidad absoluta, solo arrastrará a está generación al vacío estructural que ya estamos padeciendo.
La violencia social y el contenido agresivo que se plasma en las entrañas de nuestros pequeños, son expresiones que identifican la pérdida de autoridad, esta desvalorización en la que vemos cómo los hijos se tragan literalmente a los padres, es la confirmación de que la normativa
requerida está extraviada.
Estas miles de teorías del padre moderno y amigo, rompen un orden jerárquico que establecía la columna vertebral de la formación integra de la educación.
El dicho popular “cría cuervos y te sacarán los ojos”, pareciera corroborar un nuevo planteamientos psicológico que expone que esta generación hará temblar a los padres y hará de ellos seres temerosos frente a sus hijos.
Requerimos más que nunca un nuevo pacto social humano, un abrazo cierto de reconciliación de géneros, pero sobre todo necesitamos volver a reconstruir a papá, a todos, a los que imprudentemente rechazaron el maravilloso privilegio y a los que han sido fustigados injustamente por una cultura que intenta negarlos.
Este mes de celebración, abramos el espacio para que el padre suba a nuestro corazón en un lugar sacro, junto a las gloriosas madres. Y que ambos asuman juntos el gran compromiso de la formación de los hijos.
Construyamos en nuestros corazones a PAPÁ en Mayúsculas.
Foto: babycenter.com